Las piedras que no estén ocupadas con ningún propósito gozan con la luz del sol, pero una exposición contínua puede absorverles el color. Es por ello que no debemos dejarlas largos periodos de tiempo expuestas.
De igual modo las piedras que permanezcan al aire libre pueden acabar dañadas por la erosión, es por ello que es importante revisarlas regularmente y no pasarnos con el tiempo de exposición.
Lo más recomendable es guardarlos en un lugar hermoso y especial dedicado para ellas: quizás una caja de madera forrada de terciopelo o de satén, o una gran bandeja de madera o cerámica.
Si las piedras son muchas, y el dinero escaso, servirá una simple cesta forrada con una bonita tela de algodón.
Mantégalas cubiertas y desde luego guárdelas en un lugar seguro. Debe evitar que otras personas las tomen y jugueteen con ellas por simple curiosidad debido a su capacidad de absorver energía.
Otra opción es la de crear bonitos mandalas con tus piedras.